Todo pasa
por algo…y al cabo del tiempo si no se descubre el motivo por el que pasó…quizás, con suerte, sirva
para escribir algo sobre ello. Que no es que todo lo que me ocurra sea…surrealista
(que también) sino que hay que saber luego darle la vuelta y reírse de ello…
Por ejemplo…recuerdo
cuando fuimos a Lanzarote y como cumplidas turistas pasé por la aventura de
montar en camello (al animal, digo). Y es ahí, en medio de las dunas rojizas, sin
más paisaje que…más dunas (unas delante y otras detrás) donde comienza la
andanza. Andanza la de los camellos ya que una no se limita más que a montarse
en ellos (en los camellos, digo). Son filas
y filas de camellos atados entre ellos cola-hocico, cola- hocico, armados con
dos bancos (en la más mínima expresión de banco ya que el único apoyo del mismo
era la joroba (la del animal, claro).
Antes de
subir miré al que iba a ser nuestro porteador a los ojos…Su mirada difusa me
dejó… confusa. Tuvimos un instante de simbiosis. Pude leer en su mirada: “Estoy
hasta las jorobas de pasear gente siempre por el mismo camino…¡¡Quiero ser
libre!! Y gozar…dejar de olerle el culo a mi compañero de delante –al menos por obligación- y correr libre por
las dunas al son de…Nino Bravo cantando “Libre” por habaneras, eso sí. Trotar etéreo,
ligero cual flamenco –el animal, no el bailaor-, sentir el aire despeinarme….conocer
a una camella….”.Ups, me he ido del tema… Sí, es mucho pensar pero lo vi en su
mirada y al instante, lanzó un esputo (el camello, no yo) cual dardo envenenado
en plan…”que sus den”.
Una vez presentados,
nos fuimos colocando para sentarnos….Un señor se encargaba de ir organizando
todo, que todo el mundo tuviera su camello –pero en plan legal, ¿eh?-, que los asientos
estuvieran más o menos compensados….Y he aquí cuando…¿¡¡no va el listo de los c….
del señorin y pone un “sa-qui-to” –incido
en el diminutivo del término…que nadie se pase de listo- de arena en la bancada
contraria a la mía!!?. Pero será capullo….Claro…es lo que tiene medir 1,8, pensé…Pero
no me levanté y le escupí en el ojo (al
señorin, no al camello) porque…valoré las posibilidades de levantarme de ahí con
algo de dignidad y…preferí no hacerlo…Y es que aquellos asientos no eran más
que 30 cm de ancho que más de uno tuvo que apretar el culo para que le entrara ahí…
Posteriormente
nos ataron con un cinto de cuero entre las piernas…que al principio quedaba
holgado y nos dieron las instrucciones….”¡¡¡La
madre que lo parió!!!!” . Te dicen: primero levantará el culo –el camello, no
el señorin- y luego las patas de adelante…No termina de decirlo y al primer movimiento…ví…lo que viene siendo el suelo muuuy
de cerca, tan de cerca que casi me lo trago…Notas cómo subes dos metros,
totalmente inclinada hacia delante luchando por no salirte del banco y morder
el polvo y cuando ves que consigues sostenerte entonces él levanta las patas de
atrás: ”aaaaadioooós, toos esnucados ¡!”. (Yo juraría ver a los camellos descojonarse
de risa viendo nuestros vaivenes). Mientras, tu culo ya se ha resbalado de la
silla e intentas no escurrirte agarrándote
a…lo que te pille cerca.
Una vez
arriba, a dos metros….Te das cuenta del ridículo que haces: notas el banco a la
altura de los hombros y no es que se haya subido…es que tú te has resbalado por
completo y lo único que te hace no tocar el suelo es el bendito cinto de cuero…entre
las piernas…(Bendito por ahora). Quieres colocarte bien pero no tienes de dónde
agarrar –casi a la altura de tus manos quedan los huevecillos del camello pero
pronto valoras que no es la mejor opción de agarre-…
Empieza la
marcha (yupiiii!!)….Aquello era un vaivén demoniaco. Ya no sólo era luchar por
no resbalarme más sino que cada paso era un traqueteo a derecha a izquierda que
acababas con la cadera dislocada…Eso por no hablar del dolor en la ingle por el
cinco de cuero del que colgaba –me salvaba la vida pero…ya no era tan bendito-…Y
¡¡¡qué decir de los pantalones!!!, ¡¡Dónde
quedaron.!!...Quiero decir; tener los tenía pero….¿a qué altura?. Y es que a cada
paso con aquel traqueteo que parecía que bailábamos la yenka, notaba como
se me iban escurriendo….Que en otra circunstancia me preocuparía por mi vecino
de atrás y cómo se estaría poniendo las botas pero….sinceramente con el crujir
de huesos que se oía, los “hay!!”, “ uis…!!”, los “la madre que los…” entendía
que todos estaban igual o peor que yo…Así que
si iba enseñando el culo…pues ¡de perdidos al rio!….Efectivamente alguien
lo vio porque en medio de ese “relajante” paseo -agarrada ya con desesperación a
los pelos que encumbraban la joroba de mi camello, el cinto de cuero clavándoseme
que casi pensé que me iba a partir por
la mitad-…En medio de eso de pronto noto una presencia muy cercana a mi derecha…”Aaaaaahhh¡¡¡¡”:
La cara del camello de atrás!!!!….Allí me la encuentro; invadiendo mi espacio, no
sé si por el especta-CULO que le estaba dando o qué….que me rozaba el brazo en
modo …así como meloso…y fue ver tan de cerca ese hocico peludo, esos dientes
amarillos y un metro más atrás su bocaza, esos cuatro pelos puntiagudos en su abultada
cabeza, sentir su aliento en mi brazo….que…le tuve que decir que ya tenía pareja…
Y ese fue el
bonito paseo en camello, sin hablar de los derrapes en las curvas, los pasos a
raaas, de las subidas y lo peor…de las bajadas
(de la colina y de pantalones). Pero son el tipo de cosas por las que
pagas y luego piensas…¿Y qué saco yo de esa aventura?:
1-Aprender la cantidad de movimientos insospechados de tu
cadera…Ríete de Sakira.
2-Cruzar ese
limite en que mandas la “compostura” a freír churros y ya solo piensas en salir
de ésta con un mínimo de dignidad…(ayuda pensar que en ese sitio nadie te
conoce).
3- No llevar
pantalones sueltecitos para esta clase de aventuras.
4-Que un año
después viendo fotos te acuerdes de ello y decidas escribirlo y compartirlo y
si sacas alguna sonrisa, mejor!
Ah! Y 5- Ya sé
por qué los Reyes Mayos llevaban túnica.
(Se lo dedico a todas las personas que en este tiempo de inactividad literaria me han animado a que retomara el blog y a las que ya no pueden hacerlo)